Las empresas aún recuerdan las heridas dejadas por la crisis financiera y han aprendido que la disciplina financiera es una de las mejores estrategias para enfrentar los momentos de mayores turbulencias. El desapalancamiento ha sido la regla imperante durante los años de la crisis y aunque lejos queda ese escenario las cotizadas han continuado rebajando su deuda. En la era del dinero barato, con los tipos de interés de la zona euro en mínimos históricos, el endeudamiento de las firmas que integran el selectivo se situó a cierre de 2018 en 155.445 millones de euros, su nivel más bajo desde 2005. Hace 13 años el apalancamiento alcanzaba los 101.647 millones.

El último empujón a este proceso que produjo el pasado ejercicio, momento en el que las firmas rebajaron en 3.230 millones su deuda. En términos absolutos este recorte ha estado liderado en los últimos 12 meses por Repsol (2.828 millones), Telefónica (2.445 millones) y Naturgy (1.487 millones).

Los esfuerzos acometidos por las empresas les han permitido gozar de una mayor salud financiera, algo que es seguido muy de cerca por el mercado. De hecho, desde la crisis, la peor desde la Gran Depresión, los inversores han tenido claro que la estabilidad financiera es ahora, más que nunca, una cuestión primordial.

El ejercicio 2010, coincidiendo con el estallido de la crisis de deuda en la zona euro, fue el peor en lo que a endeudamiento se refiere. A 31 de diciembre de 2010 el volumen de esta partida alcanzaba los 201.940 millones. Desde entonces, la deuda de las integrantes del selectivo (del cálculo se excluyen los bancos y Mapfre al no contar con variables comparables a las del resto de compañías) se ha recortado en 46.495 millones. Pero no fue hasta 2011, con la crisis financiera en pleno apogeo en la eurozona y el beneficio del Ibex en caída libre, cuando las cotizadas españolas comenzaron a hacer de la disciplina fiscal una de sus prioridades y procedieron a las desinversiones. Ese año es considerado un punto de inflexión, que en los últimos 13 años solo se ha roto en 2015, cuando el apalancamiento del Ibex 35 aumentó 16.151 millones, una subida en la que Repsol y la compra de Talisman jugaron un papel destacado.

Por contra, el ejercicio de mayor ajuste se produjo en 2013, con una rebaja que alcanzó los 24.713,62 millones. Telefónica, con un descenso de 5.879 millones, ArcelorMittal (-4.809 millones) y Endesa (-4.492 millones) capitanearon el proceso.

Más allá de ejercicios puntuales, la empresa que más ha recortado su deuda desde 2005 ha sido Ferrovial. A cierre de 2006 esta ascendía a 32.818 millones, frente a los 3.463 millones registrados a cierre de 2018. Es decir, en los últimos 14 años, la empresa de infraestructuras ha rebajado su apalancamiento en 29.335 millones.

Los niveles registrados hace 14 años se justifican por la compra del 83% de la entonces BAA que incluía los de Heathrow, Glasgow, Aberdeen y Southampton. Las posteriores desinversiones acometidas por la empresa en el accionariado de su filial aeroportuaria y la exclusión de su balance explican este descenso.

A la empresa que preside Rafael del Pino le sigue otra constructora, en este caso la encabeza por Florentino Pérez. En 2007 la deuda de ACS se situaba en los 16.575 millones. Once años después la empresa registró caja, en concreto de tres millones a 31 de diciembre. El recorte en 16.578 millones se ha producido fundamentalmente por la salida del capital de Iberdrola, la venta de activos energéticos en renovables y líneas de transmisión. A ello se suman otras desinversiones de menor tamaño como la de Urbaser como parte del esfuerzo de reorganización de su estructura y simplificación de su negocio.

El tercer puesto es para Endesa, que aunque en 2018 elevó su deuda para el pago del dividendo, desde los máximos registrados en 2007 el apalancamiento ha caído en 15.642 millones. A cierre del año pasado el endeudamiento alcanzaba los 5.770 millones.

Endesa, al igual que Acciona, otra compañía que desde los máximos de 2008 ha bajado en 12.673 millones su deuda, son ejemplos de cómo las empresas energéticas se ven abocadas a acometer fuertes inversiones en infraestructuras para el desarrollo de sus negocios. A ello se suma además las sucesivas regulaciones que han acotado su ámbito de actuación al territorio nacional.

En la lista de las empresas que más saneamientos han acometido están Telefónica y Repsol. La operado­ra que preside José María Álvarez-Pallete llegó a disparar su deuda a los 56.304 millones en 2011. El incremento de esta partida fue sostenido, pero se vio acelerado con la compra de la filial británica de O2. A esta adquisición se sumaron otras de menor cuantía y cuyo centro de actuación estaba en Latinoamérica. En 2015 Telefónica llegó a un acuerdo por la china Hutchison para la venta de la británica. El importe que esperaba captar se iba a destinar a amortizar deuda.

Sin embargo, meses después la Comisión Europea vetó la operación. Esto llevó a la firma española a recortar su dividendo y a buscar otras salidas para rebajar el apalancamiento. La venta del 10% de Telxius a Amancio Ortega y de otro 40% a KKR han permitido a la compañía recortar la deuda. A esto se suman operaciones de menor importe como efectuada en febrero con la venta de sus activos en Centroamérica, operación que le ha reportado 1.400 millones. El resultado de estos ajustes ha sido el descenso en 14.519 millones del volumen de deuda, hasta situarse en 41.785 millones a cierre de 2018, un importe elevado pero que aleja a la teleco de modificaciones en la retribución al accionista. El objetivo se centra ahora en sacar a Bolsa O2.

Repsol ha bajado en 8.681 millones su deuda, pasando de los 12.120 millones que registró en 2012 a 3.439 millones de cierre de 2018. Aunque el recorte ha sido sostenido en el tiempo se vio acelerado en 2016 cuando los bajos niveles del precio del crudo (en enero de ese año el Brent llegó a caer por debajo de los 28 dólares por barril) llevaron a la compañía a cambiar su estrategia y desprenderse de los negocios no estratégicos. La mejora de la eficiencia y evitar un nuevo recorte a su calificación por parte de las principales agencias pasaron a ser los objetivos de la compañía. La última gran desinversión acometida fue la venta en febrero de 2018 del 20% de Gas Natural. A estas operaciones se suma la indemnización percibida en 2014 por la expropiación de YPF por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

El ranking de compañías que más han bajado su deuda en los últimos 13 años la completan AcerlorMittal, con un recorte de 10.136 millones; Naturgy (-7.249 millones); y Aena (-5.542 millones).

El proceso de desapalancamiento ha ido acompañado por la búsqueda de nuevas vías de financiación, más allá de las entidades bancarias. Aunque las empresas españolas están lejos de otras como las estadounidenses, en los últimos años la salida al mercado en busca de nuevos fondos con los que financiar los proyectos ha ido en aumento, especialmente, para las grandes compañías como Telefónica, Iberdrola o Repsol. A este proceso ha contribuido las medidas de políticas monetaria del BCE. Además de recortar el precio del dinero al 0%, la institución estuvo comprando deuda corporativa en el mercado primario hasta el pasado diciembre. Todo ello ha facilitado unos costes de financiación muy bajos.

Solo cinco empresas tienen caja neta

A cierre de 2018 solo cinco de las 35 compañías que integran el Ibex disponía de posición neta de caja. Por encima de todas destaca Inditex. El grupo textil dispone de un ejercicio fiscal diferente que concluye el 31 de enero. Las estimaciones de los analistas fija en 6.824 millones de euros la tesorería. A cierre del tercer trimestre (último periodo del que se disponen datos) la caja se situaba en los 5.944 millones.

La razón de esto se debe a que los locales de la compañía están en régimen de alquiler. Es decir, apenas dispone de tiendas en propiedad.

Aunque el caso de la firma textil es el más llamativo, también ACS (tres millones), Siemens Gamesa (615 millones), Técnicas Reunidas (258 millones y Mediaset (168 millones) se cuelan en este grupo.

Fuente: Cinco Días