Pese a toda la incertidumbre generada en Cataluña por el proceso independentista, la economía catalana aguantó el embate y creció en 2017 un robusto 3,3%, por encima de la media española situada en el 3,1%. El efecto de los atentados en Barcelona y los eventos sucedidos desde el 1 de octubre tuvieron un impacto en las inversiones, el comercio, la matriculación de automóviles, el turismo, los depósitos y las sedes de las empresas. Sin embargo, una parte de este efecto ha sido momentáneo y la actividad en Cataluña sigue recuperándose incluso a un ritmo más rápido que el resto de autonomías.

Además, las exportaciones catalanas han tirado mucho de la economía. Hasta el punto de que durante el último año Cataluña ha sido la comunidad que más ha contribuido al crecimiento récord de las ventas al exterior españolas, según datos de Comercio. En definitiva, el sector industrial catalán es competitivo y ha mantenido el tipo al margen de la incertidumbre y en un contexto de mejora del comercio global.

Los datos parecían asustar: según la Agencia Tributaria, unas 1.000 empresas movieron su domicilio fiscal, lo que no tiene una influencia directa pero puede acabar teniendo a medio y largo plazo consecuencias para las inversiones. Según el INE, en octubre, mes del referéndum independentista, cayeron los viajeros, las pernoctaciones y los precios del turismo. En ese mismo mes también se dio un desplome del comercio minorista, de las ventas de vehículos y de las compraventas inmobiliarias. Y según los datos del Banco de España, 31.400 millones en depósitos salieron de Cataluña en el último trimestre de 2017, una caída del 17% nunca registrada en la serie histórica. Tampoco en España en medio de la crisis del euro. Lo que da una idea de lo cerca que se estuvo por un momento de un corralito.

Organismos como el Banco de España, la Autoridad Fiscal, el FMI o la OCDE habían alertado sobre los riesgos económicos que entrañaba la aventura secesionista. El Gobierno incluso rebajó en tres décimas su previsión de crecimiento para este año remitida a Bruselas. Pero todos esos datos catastróficos en parte se han disipado. El Ejecutivo y los analistas detectan una vuelta a una cierta normalidad en los indicadores más recientes, posteriores a esos meses de máxima tensión en Cataluña.

MÁS INFORMACIÓN

Aun así, esta tasa de crecimiento de Cataluña resulta dos décimas más baja que la del año precedente, cuando en 2016 se alcanzó un ritmo de avance del 3,5%. Al igual que la economía española, ha sufrido una ralentización en 2017 de dos décimas a falta de que el INE confirme estas cifras todavía provisionales. Y según los datos de Idescat, la agencia estadística catalana, eso se explica por el retroceso de la inversión y el estancamiento en el sector servicios y el consumo de las familias.

No obstante, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) tiene unos modelos de crecimiento de la economía a tiempo real. Y estos dicen que Cataluña está registrando un leve declive. Según el indicador Mipred de la Airef, el PIB catalán crecía al 1% en el segundo trimestre de 2017, por encima del 0,9% al que avanzaba el de España. En cambio, en el cuarto trimestre solo sumó un 0,7% frente al 0,8% que se anotó la economía española. Es decir, ha pasado de crecer por encima a crecer menos. Y este mismo indicador estima que la actividad en Cataluña solo crecerá un 0,64% en el primer trimestre de 2018 y un 0,54% en el segundo trimestre, muy por debajo del 0,77% y 0,85% que prevé la Airef para esos periodos, respectivamente. Es decir, la desaceleración no está siendo tan brusca como se valoró en un primer momento en el que se temía un conflicto grave. Pero sí que algo está sucediendo. De hecho, el Banco de España también ha explicado que espera un crecimiento algo menor de Cataluña en el primer trimestre. 

Según los expertos, la sola probabilidad de que haya una secesión en el futuro puede detener numerosas inversiones, un fenómeno que ya ocurrió en Quebec, donde tras los referéndums fue gradualmente perdiendo peso en la economía canadiense. «Mientras que en 1981 representaba el 22,5% de la economía canadiense, su importancia relativa ha ido menguando hasta suponer el 19,5% en 2016», explica el presidente del Instituto de Estudios Económicos, José Luis Feito.

Respecto al resto de autonomías, Aragón fue la que más creció el año pasado con un 3,6%. Le siguieron Asturias y Madrid con un 3,5% y un 3,4% respectivamente. Las regiones que registraron los peores datos fueron Ceuta, un 1,6%; Melilla, un 1,7% y La Rioja, un 1,8%. En PIB por habitante, Madrid es la que arroja una cifra mayor: 33.809 euros frente a la media española de 24.999 euros. En cambio, Extremadura es la comunidad con el PIB per cápita más bajo: 17.262.

Fuente: El País