La fiesta inmobiliaria española está empezando a parecer algo apagada. Diez años después del último crac, las fusiones y las OPV del sector disfrutan de volúmenes récord. La salud y la fortaleza de la economía hacen poco probable otro colapso, pero una sacudida de los tipos podría dar un abrupto final a la fiesta.

El año pasado, las fusiones y adquisiciones vinculadas a la propiedad superaron en España los 19.000 millones, el nivel más alto desde 2007. Este año podría haber un nuevo récord de OPV, incluida la de Metrovacesa. La exuberancia refleja la recuperación desde el crac de 2007. Los precios de la vivienda han aumentado en casi un quinto desde la depresión de 2014. Una economía que creció más del 3% el año pasado y la caída del desempleo juvenil deberían respaldar la demanda de vivienda. Es un buen momento para que los bancos liberen los activos con los que se quedaron atrapados tras la crisis.

Pero hay que tener cautela. El dinero fácil de este ciclo ya está hecho. Los inversores que se amontonaron tras el crac pudieron obtener altos rendimientos comprando cuando los precios eran bajos y rendían mucho, sin necesidad de construir mucho. Los rendimientos de la propiedad residencial han caído hasta un 3% en Barcelona. Para crear valor, los propietarios tendrán que construir y revitalizar propiedades antiguas.

El mercado podría volverse vulnerable a medida que el BCE suba los tipos y empiece a reducir su compra de bonos. Es posible que, cuando aumenten los rendimientos de estos, los inversores demanden mayores rendimientos de activos ilíquidos como la propiedad. Metrovacesa, por su parte, se ha visto obligada a reducir el precio de su OPV.

Un colapso al estilo de 2007 parece improbable. El residencial sigue estando más del 20% por debajo de su pico. Y el mercado está comportándose con menos frivolidad: normalmente, los bancos prestan solo hasta el 80% del valor de una propiedad y evitan terrenos no construidos. Puede que eso les permita controlar más rápido el crédito cuando el mercado se desacelere. Es posible que no venga mal que la fiesta acabe antes de ponerse demasiado ruidosa.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.

Fuente: Cinco Días