En el mercado del aceite de oliva en origende nuevo pintan bastos. Tras casi dos años de una subida progresiva de las cotizaciones, que llegaron a situarse en 2017 para un tipo virgen extra hasta los cuatro euros el kilo en almazara, en las últimas semanas se ha acelerado la caída hasta situarse en una media del 25% sobre las cifras existentes al inicio de esta campaña, en el mes de octubre.

Para el aceite de oliva virgen extra, frente a los 3,90 euros que se pagaba en origen por el kilo hace solo seis meses, en la actualidad ya se ha situado en solo tres euros, mientras los aceites de oliva virgen y lampante —de una calidad inferior— pasaban de 3,60 y 3,50 euros por kilo, respectivamente, a entre 2,60 y 2,80 euros. 

Consecuencia de las fuertes subidas de los precios en origen en el pasado, los precios de venta al consumidor se han colocado a entre los 4,50 y los cinco euros por litro. En medios agrarios se reclama la necesidad de que los industriales repercutan esta bajada de los precios en origen al consumo. Desde las empresas se advierte que esa bajada actual en el campo no se puede aplicar de forma automática si se considera que tienen en sus almacenes mucho aceite adquirido a precios elevados. En todo caso, se espera ya que la gran distribución inicie sus presiones en origen para colocar nuevamente al aceite en el punto central de las rebajas y de los precios de oferta.

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Son varias las razones que han impulsado en las últimas semanas el fuerte descenso de los precios. En primer lugar cabe destacar las importantes lluvias registradas en las principales zonas olivareras andaluzas que casi garantizan una buena producción la próxima campaña. Hace unos meses, desde el sector productor se expresaba su preocupación por la sequía y los riesgos que conllevaba. Hoy la superficie de secano tiene importantes reservas y se han garantizado recursos para los regadíos que suponen casi el 30% de toda la superficie olivarera, de 2,5 millones de hectáreas. 

Otra de las causas que han empujado a esta bajada de los precios en origen ha sido la existencia de una cosecha en la actual campaña ligeramente superior a 1,2 millones de toneladas, cuando las previsiones del sector, no de la industria, no pasaban de 1,1 millones de toneladas, frente a unas producciones medias que se podrían situar en 1,4 millones de toneladas. Finalmente se estima la posibilidad de un incremento de las importaciones que podían hasta duplicar la media anual, de unas 70.000 toneladas. 

En contra de los precios elevados en origen ha jugado también la demanda global, en el mercado interior aproximadamente un 14% frente al incremento de la demanda de girasol, mientras también se ralentizaban las salidas al exterior por las elevadas cosechas en otros países y los precios elevados.

La campaña actual se inició con unas existencias de 305.000 toneladas. A ese volumen se ha sumado esta campaña una producción superior a la esperada, el descenso de la demanda y un aumento de las importaciones lo que da unas disponibilidades suficientes para cubrir adecuadamente las necesidades. El efecto de todo ello ha sido la bajada de los precios ante la no previsión de tensiones en los mercados.

Fuente: El País