La Contabilidad Nacional cerrará este año con un valor monetario para la producción de la economía española de 1,163 billones de euros, con un avance nominal ligeramente superior al 4%, y encadenará cuatro ejercicios de crecimiento real, tres de ellos algo superior al 3%. Con esta serie alcista, el Producto Interior Bruto de España superará la cota marcada en 2008 (1,116 billones de euros), y se habrá absorbido toda la pérdida acumulada en los años de la recesión. Como de todas las crisis, la economía sale también de esta transformada, con un trasvase muy fuerte de empleo de los sectores poseídos por la burbuja inmobiliaria (construcción, finanzas, fabricación de equipamiento del hogar) a los servicios y a las manufacturas concentradas en la exportación, las primeros con una explotación extensiva (actividad turística especialmente) y los segundos con un tirón muy fuerte de la productividad, tanto medida en valor aparente por empleado o por precio.

Si ya en el primer semestre del ejercicio 2017 se alcanzó el nivel de producción de antes de la crisis, el número de ocupados sigue muy alejado de los máximos de 20,5 millones alcanzados en 2008, pues está solo ligeramente por encima de los 19 millones, pese a que también se ha producido un desplazamiento del empleo a tiempo completo hacía fórmulas de jornada reducida. Pero para analizar correctamente la productividad del factor trabajo, el mejor criterio es el Producto Interior Bruto por empleado, medido por número de ocupados equivalentes a tiempo completo, que filtra las variaciones de la jornada laboral.

Con tal criterio, y según las estimaciones realizadas en base a los datos de la Contabilidad Nacional del tercer trimestre, 2017 cerrará con 18,099 millones de ocupados a tiempo completo equivalente, que habrán producido por un valor agregado de 1,163 billones de euros, a una media de 64.292 euros por ocupado, según cálculos propios. Es un PIB por ocupado récord, con un incremento del 18% sobre el valor producido por cada empleado hace diez años, en 2007: 54.208 euros. Lógicamente se trata de valores nominales de producción, pero dado que el comportamiento de la inflación ha sido muy modesto en estos últimos ejercicios, el avance de la productividad es muy significativo. En el último año, en 2017, el avance del PIB por ocupado es del 1%, que coincide prácticamente con el deflactor de la producción.

El baile de estas variables ha provocado variaciones significativas en la evolución de la renta per cápita, ya que junto al avance de la riqueza agregada generada con una menor fuerza de trabajo, hay que considerar un estancamiento, cuando no descenso, de la población residente. Así, si la estimación realizada por Estadística para el ejercicio 2016 es de 23.970 euros por habitante, que supone igualar la de 2007 (23.893 euros) y acercarse al máximo logrado en 2008 (24.274 euros), este año la renta bruta por habitante marcará el récord de los 24.998 euros (29.247 dólares a precios de hoy).

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Una renta que supone mil euros más que la estimada para 2016, con un incremento del 4,28%, prácticamente el mismo que el PIB nominal, ya que la población a 1 de julio era de 46,549 millones de personas. Este número de residentes es prácticamente el mismo que en 2016 (46,46 millones), que a su vez replicó el de 2015, tras tres años sucesivos de descensos de la población. La cota más alta marcada por la población residente fue 46,76 millones en 2012, cuando la renta bruta por habitante llegó a los 22.233 euros.

El avance de la producción por ocupado y por habitante se ha generado sin que haya operado un cambio intenso en el modelo productivo; pero ha permutado una actividad muy intensiva en empleo como la construcción y sus alrededores por una cuota adicional muy importante de ventas en el exterior, donde España vende ya más del 34% de su producción.

Los descensos de la renta por habitante fueron generalizados en todo el territorio nacional tanto en 2011, 2012 y 2013, con alguna salvedad muy puntual en 2013 por parte de Aragón. El año de inflexión en el que la riqueza generada por habitante experimentó un incremento general y con un reparto territorial muy equilibrado fue 2014, en el que únicamente Extremadura y Castilla-La Mancha (esta última muy castigada por la crisis del empleo) mantuvieron las caídas, aunque fueron ciertamente modestas, según los datos de la Contabilidad Regional Trimestral.

Los cambios regionales en las posiciones relativas de la riqueza han cambiado poco durante la crisis, dado que la recesión fue generalizada. Pero la recuperación ha sido más rápida y más intensa en unas zonas que en otras, aunque los valores se han suavizado porque el comportamiento de la población ha sido coherente con el crecimiento de la economía: sube donde hay oportunidades, y desciende donde escasean.

Madrid tenía en 2010, año previo a la caída general de la renta per cápita, el mayor nivel de riqueza, con 133 sobre 100 de media nacional; y en la parte baja de la tabla ocupaba el mismo lugar que ahora Extremadura, con 70. La diferencia entre el nivel más modesto de riqueza y el más holgado era de 63 puntos (lo que supone que Madrid casi duplicaba a Extremadura). Hoy encabezan y cierran la tabla las dos mismas comunidades, con 136,5% para Madrid, frente a 68,3% de Extremadura: la diferencia se ha abierto hasta los 68 puntos largos, pese a que el saldo demográfico de Madrid ha seguido mejorando y el de Extremadura, empeorando.

La moradores de la comunidad de Madrid sacaban una diferencia de 16 puntos a los de Cataluña en 2010 en riqueza media, y ahora se ha ensanchado ligeramente hasta los 17 puntos porcentuales. Los del País Vasco, que ocupan la segunda posición tras Madrid, mantienen la misma distancia con los de esta que los navarros, que estaban en el nivel 124 sobre 100 de media, y en él siguen. Si en 2010 había siete comunidades autónomas con una riqueza per cápita superior a la media nacional, hoy siguen siendo siete, y además son las mismas las que mantienen tal condición: Aragón, Baleares, Cataluña, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja.

Fuente: El País