Las tensiones comerciales y la creciente incertidumbre política están llevando a las empresas a volver la vista hacia sus mercados nacionales, según revelaba la encuesta de directivos de PwC presentada a principios de la semana en Davos. Una tendencia que, de mantenerse, puede tener un severo impacto sobre la globalización. “La marcha firme que hemos visto en los últimos 40 años hacia una creciente globalización se está encontrando con algunos obstáculos políticos. Solo el tiempo dirá si son permanentes o temporales”, advertía la consultora. “Aunque la mayoría de los ejecutivos todavía creen mayoritariamente en la globalización, parecen menos interesados en los planes de crecimiento fuera de sus mercados nacionales. De hecho, las organizaciones están volviendo a sus mercados locales para crecer”, admitía su presidente mundial, Bob Moritz.

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De hecho, la economista jefe global de Citigroup, Catherine Mann, cree que el cambio ya se ha producido. “La globalización ya ha sufrido un frenazo. Si la medimos a través de la integración global —entendida como la suma de exportaciones e importaciones sobre el PIB—, esa ratio lleva 10 años estancada y las cadenas de valor global, en las que varios países intervienen para elaborar un producto, ya han sufrido un severo retroceso y las guerras comerciales —la que mantienen EE UU y China y la latente entre EE UU y la Unión Europea— solo han hecho que empeorarlo. Pero ya había empezado antes”, aseguraba Mann en un encuentro celebrado esta semana en los márgenes del Foro Económico Mundial.

Una afirmación con la que otros expertos, como Arancha González, directora del Centro de Comercio Internacional, discrepan. “Lo cierto es que nuestras estadísticas no saben medir de verdad el comercio del siglo XXI. El comercio hoy es sobre todo de servicios y transfronterizo y eso no lo sabemos medir bien”, subraya.

Pero los ejecutivos reunidos en Davos, la mayoría de ellos al frente de empresas multinacionales, sí parecen sentir el frenazo en la integración. “La globalización se está tomando un respiro, un tiempo muerto, especialmente en los países desarrollados. Pero creo que será algo temporal, solo para corregirse a sí misma”, aseguraba el viernes Hikmet Ersek, consejero delegado de Western Union en un panel del Foro. Aunque “el actual ambiente proteccionista no ayuda en nada a las empresas que tenemos actividad en diversos países”, admitía.

Para Mann, el mayor riesgo es que las guerras comerciales acaben limitando la inversión transfronteriza, lo que provocará un deterioro inmediato de la economía global. “La alternativa es promover acuerdos comerciales que aumenten la integración. Las guerras comerciales son consecuencia del freno en la globalización”, aseguraba la economista de Citigroup. “Los servicios representan entre el 60% y el 70% de la producción, el empleo y el consumo a nivel mundial. Desde el euro, no ha habido ningún acuerdo para abrir los servicios transfronterizos y ese debe ser el futuro”, concluía.

Fuente: El País