Ya no hay marcha atrás. El fenómeno de las bicicletas compartidas ha llegado a España. Pronto veremos en las calles de las principales ciudades centenares de bicis de colores, si no miles, aparcadas por ahí, como ya sucede en varias urbes de Reino Unido, Holanda o Portugal. El gigante chino Ofo, que hasta la fecha tenía 110 velocípedos en fase de prueba en tres barrios de la capital española, desplegará en las próximas semanas 1.000 en Granada. Esa será la primera fase del desembarco en la ciudad de la Alhambra: si la experiencia funciona se añadirán más unidades. Málaga será la próxima en caer, y la firma no esconde su interés por llegar a corto plazo a Sevilla, Valencia, Bilbao y Barcelona.

¿Qué son las bicicletas compartidas? La propuesta es rompedora: descárgate la app de turno, toma una bici (la encontrarás con ayuda del mapa de la aplicación), úsala y apárcala cuando acabes donde te apetezca. Nada de buscar estaciones donde engancharlas, como sucede con los servicios públicos o de alquiler. Con que no la dejes mal aparcada basta. Se te cargará automáticamente la tarifa aplicable al tiempo que haya pasado entre que desbloqueas el cerrojo inteligente de la bicicleta, lo que se hace escaneándolo con el móvil, hasta que lo vuelvas a cerrarlo tú.

Pese a que llevan apenas un mes en Madrid, en la ciudad ya conviven dos generaciones de bicicletas Ofo. Las más nuevas tienen tres marchas.

Las empresas privadas se están sirviendo de la tecnología móvil para hacerle la competencia a los servicios de bici pública que ya tienen en marcha muchos ayuntamientos. El modelo es el mismo que tienen en marcha los servicios de coche compartido, como Car2Go o Emov, o de motos compartidas, como eCooltra o Muving. Las bicicletas cuentan con un sistema de localización GPS y un smartlock muy fácil de usar.

  • Madrid pasa la prueba

El desembarco en Granada se anuncia apenas un mes después de aterrizar en Madrid, la primera ciudad española que forma parte de los ambiciosos planes de expansión internacional de Ofo. “Tenemos muy buen feedback de nuestra fase de pruebas en la capital: se han registrado casi 10.000 usuarios y se han realizado unos 20.000 trayectos”, explica Chenxi Shi, directora regional de Ofo Iberia. Según los datos que han recopilado, la gente encuentra especial utilidad en el servicio para desplazarse desde la estación de tren o metro hasta el trabajo, lo que se llama transporte de última milla. El servicio cuesta 50 céntimos por cada 30 minutos de uso, cantidad que se cobra a la tarjeta de crédito asociada a la cuenta del usurio.

Un usuario desbloquea con el móvil una bicicleta Ofo en Shanghái. Getty Images

La compañía cuenta hasta la fecha con 50 bicicletas en Las Tablas, otras tantas en Usera y 10 más en Salamanca. Esas cifras se dispararán si, tal y como parece, Ofo decide aumentar su presencia en Madrid. Porque, para que el sistema funcione correctamente, la cantidad de vehículos desperdigados por el mapa debe ser grande. “Si decidiéramos lanzar nuestro servicio en Sanchinarro, una zona que cubre unos 30km2, creo que necesitaríamos entre 2.000 y 3.000 bicis”, señala Chenxi a modo de ejemplo. ¿Son muchas o pocas? BiciMad, el servicio municipal, tiene 2.000 repartidas por toda la ciudad.

La expansión de la empresa en España, un país que consideran clave dentro de su estrategia europea, está siendo cauta. “Para nosotros es importante empezar de forma gradual. Eso nos ayuda a educar al usuario en el uso del sistema y a que las autoridades vean los beneficios que aporta. Queremos complementar los servicios públicos de bicicletas, no sustituirlos”, asegura Chenxi.

  • ¿Crisis catalana? ¿Qué crisis catalana?

Ofo quiere seguir creciendo en España. A Madrid y Granada le seguirán más ciudades, cuyo nombre desconocemos por ahora. Lo que sí sabemos es qué criterios siguen a la hora de elegir destino. “Nos fijamos, entre otras cosas, en si la ciudad tiene carriles bici, en cuál es la actitud de las autoridades respecto a este medio de transporte o en cuántos días soleados al año hay”, zanja Chenxi.

Si ese es el baremo, Barcelona pasaría el corte. ¿Apostarán por la Ciudad Condal? ¿Le preocupa la situación política catalana? La respuesta a esta pregunta es una risa tan sincera que ayuda a relativizar las cosas. “Sé que se está hablando mucho de eso”, comenta en tono alegre para quitarle hierro al asunto. Queda todo dicho.

Una bici Ofo (amarilla) y varias Mobike esperan ser usadas por alguien en una calle de Shanghái. Getty Images
  • El fenómeno Ofo

Ofo tiene grandes competidores, como la también china Mobike, la singapurense Obike o Gobee.bike, de Hong Kong, pero hoy por hoy domina el mercado. Este gigante del bike-sharing tiene más de 10 millones de bicicletas repartidas por más de 180 ciudades. Cuenta con 200 millones de usuarios registrados, y creciendo. Es tal su potencial que en julio cerró una ronda de inversión de 700 millones de dólares, impulsada principalmente por el grupo Alibaba y Hony Capital. Ha conseguido todo esto en apenas tres años: la empresa fue creada en 2014 por un grupo de estudiantes de la Universidad de Pekín. Dai Wei, fundador y consejero delegado, tiene 26 años y ya es visto como una celebridad en su país. Esta es una de las startups de las que advertíamos en esta pieza: el resto del mundo tiene motivos para temer las jóvenes empresas que, tras triunfar en Oriente, dan el salto al extranjero.

El fenómeno de las bicicletas compartidas tiene su origen en China. Quien haya pasado recientemente por alguna de las megaurbes del gigante asiático habrá visto por la calle miles de bicis amarillas (Ofo), rojas y grises (Mobike) o verdes (Gobee). El éxito del modelo ha sido tal que las autoridades han tenido que intervenir para ordenar los ejércitos de velocípedos que descansan en las aceras, bloqueando en ocasiones el paso a los peatones.

El éxito sin precedentes en Asia de los servicios de bike-sharing ha allanado el terreno para lanzarse a por el resto del mundo. Estados Unidos y Europa están siendo conquistados silenciosamente por los gigantes asiáticos de las bicicletas. Las firmas europeas y estadounidenses que han imitado el modelo luchan por crecer y no perecer ante sus competidoras orientales, cuyo tamaño hace que las comparaciones sean odiosas. La guerra de las bicis a demanda está servida.

Fuente: El País