Si algo tiene que ver con la muerte de al menos 41 mineros ilegales en un pozo de Glencore, en la República Democrática del Congo, es la pobreza absoluta. En África, mantener a los intrusos fuera de las grandes concesiones mineras es casi imposible. Sin embargo, puede ser un motivo para que el Gobierno atice a la minera.

Tragedias como el colapso del jueves en una mina propiedad de Kamoto -joint venture con la estatal Gecamines- son demasiado comunes en todo el continente. Cada noche, miles de jóvenes armados con hachas y palas descienden en busca de riquezas, ya sea oro en Sudáfrica o cobre o cobalto en el Congo. La concesión de Kamoto se extiende por cientos de hectáreas, lo que dificulta enormemente el cierre. Glencore calcula que hay 2.000 mineros ilegales en el lugar cada día.

Dada la falta de impacto en la producción, el 5% de caída de la acción parece excesivo. Es improbable que la compañía incurra en responsabilidad legal, dado que las víctimas entraron ilegalmente. Tampoco hay una manera plausible para que el mineral que desentierren encuentre su camino en las cadenas de suministro de Glencore, una preocupación para usuarios finales de cobalto como Apple o Tesla.

Es más probable que los inversores teman que el desastre pueda ser utilizado como otro medio para sacar más provecho del gigante de los productos básicos, tal vez obligándolo a gastar enormes sumas en seguridad adicional para las minas. El nuevo presidente, Felix Tshisekedi, podría incluso reclamar que Gecamines posea más de su actual 25% para asegurar que tales tragedias no vuelvan a ocurrir. El año pasado, Gecamines hizo que Glencore perdonara un montón de deudas de Kamoto y le pagara 190 millones de dólares.

El grupo suizo no necesita más desafíos: ya cotiza con un fuerte descuento debido a problemas como una investigación de EE UU sobre si violó las leyes antisoborno de Venezuela, Nigeria y el Congo. Si Kinshasa se viera impulsada por esta última tragedia a tomar en serio el problema de la minería ilegal, los mineros y la República podrían salir ganando por igual. Pero no parece.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días