Ferrovial y los fondos interesados en hacerse con la mayor parte de su filial de servicios afrontan con el fin del verano la recta final del proceso. A pesar de lo avanzado de las negociaciones, que se espera culminen antes de fin de año, sobre la venta se ciernen algunos nubarrones que pueden moderar las expectativas de precio de la familia Del Pino, accionistas de referencia de Ferrovial. Uno de los principales es la posición en la que queden los en torno a 1.000 millones en avales con los que cuenta el área de servicios de la compañía, una cifra que incluye Amey, su filial de servicios en el Reino Unido.

Los avales son un mecanismo habitual de financiación para empresas del sector constructor, de infraestructuras o de ingeniería. Dado que su negocio proviene de concurrir a procesos de adjudicación de obras, prestación de servicios o gestión de autopistas en manos de las administraciones públicas u otras empresas, compañías como Ferrovial necesitan compromisos de bancos o aseguradoras de que en caso de problemas asumirán el riesgo de esos proyectos. De este modo, si un proyecto no fuese finalmente ejecutado, el cliente puede pedir que se ejerza esa garantía.

Este tipo de financiación –como ocurre con los préstamos sindicados o las emisiones de bonos– se suele blindar de repentinos vaivenes en la empresa, como un cambio de calado en su accionariado. Es decir, en caso de un cambio de control en Ferrovial o en alguna de sus filiales (como es el caso) la banca podrá dejar estos avales sin efecto. O abrir las negociaciones con las entidades financiadoras, lo que previsiblemente eleve el coste de financiación. No obstante, la propia compañía indica en su informe de 2018 que el efecto que se puede derivar de estas garantías es «muy reducido» pese a su abultado importe, puesto que ya provisiona esos riesgos de ejecución dentro de cada uno de los centros.

Para la banca o las aseguradoras no es lo mismo prestar dinero a Ferrovial –con un rating de BBB tanto de Fitch como de S&P– que a un fondo de capital riesgo, que habitualmente tienen una mayor tolerancia al riesgo. Máxime cuando el modus operandi de estos fondos (y más para adquirir un activo del tamaño de servicios) es realizar una operación conocida como leverage buyout. Es decir, financiar parte de la adquisición, habitualmente la mitad del precio desembolsado, con deuda que cuelga de la propia compañía adquirida, lo que suele disparar su endeudamiento. Algunos de estos avales, además, cuentan con cláusulas que limitan el apalancamiento de la sociedad.

A cierre del pasado semestre, Ferrovial contaba con avales por 7.340 millones de euros, de los cuales 3.382 millones son concedidos por entidades financieras y 3.966 millones por agencias de seguros. El importe agregado a cierre de 2018, según las cuentas anuales, era ligeramente superior, de 7.524 millones, de los cuales 1.015 millones correspondían al área de Servicios. Son estos los que pueden saltar por los aires cuando se cierre la operación. El área de construcción contaba con 5.041 millones y el de autopistas, con 1.068 millones.

Reino Unido

Estos 1.000 millones incluyen también los concedidos a su filial de servicios en el Reino Unido. Sin embargo, la venta de los negocios en España, Australia y el resto del mundo discurren de forma paralela a la de Amey. Un conflicto con el Ayuntamiento de Birmingham congeló la venta de la división británica hasta su resolución, en junio, cuando se activó su venta. En principio, el comprador de servicios no tiene por qué ser el mismo que el de Amey, por lo que la cifra de avales a renegociar bajará en ese caso de los 1.000 millones. Fuentes del mercado indican que algunas de las ofertas presentadas incluyen también al Reino Unido.

De estas ofertas, las que más papeletas cuentan para llevarse el gato al agua son las de Apax y Apollo, según indican fuentes financieras a CincoDías. El tercero en discordia es Brookfield. Las fuentes consultadas coinciden en situar a este fondo como más retrasado, aunque aún cuenta con alguna posibilidad para imponerse. Un portavoz de Ferrovial ha declinado hacer comentarios. En un principio, los Del Pino –con la asesoría de Goldman Sachs, el banco al que han encargado coordinar el proceso de venta– habían tasado su negocio de servicios en 3.000 millones. No obstante, los avatares que han ido afectando al proceso han terminado por tener su efecto en el precio. Entre otros, el papel de los avales y el de Amey.

Tras haber presentado la primera ronda de ofertas preliminares este verano, los fondos han dejado claro a Ferrovial que no están dispuestos a llegar a esta cifra. Sus pujas rondan los 2.000 millones y dependen del papel de Amey y de si acaban comprando todo el paquete o se divide por geografías. El grupo aguarda las ofertas finales de los citados fondos, con el objetivo de dar carpetazo al proceso antes de fin de año.

Fuente: El País