La zona euro avanza a buen ritmo, sin grandes amenazas en el horizonte. La economía creció en el último trimestre de 2017 un potente 0,7%; y un 2,4% en todo el año. La inflación, en el 1,3% el pasado marzo, avanza poco a poco hacia el objetivo del Banco Central Europeo (BCE) de situarse por debajo pero cerca del 2%. Pese a estos datos tranquilizadores, Draghi y los suyos ven algunas sombras amenazantes sobre una recuperación que encadena ya cinco años de crecimiento ininterrumpido.

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“Los últimos indicadores sugieren una moderación en el ritmo de crecimiento. Esta puede deberse a una relajación respecto al alto crecimiento de finales de 2017 pero también pueden influir factores temporales. Sin embargo, prevemos que el crecimiento va a seguir siendo sólido”, aseguró Draghi en Fráncfort.

Tras un buen 2017 —la economía europea registró entonces su mejor marca de la última década—, el continente se enfrenta recientemente a algunas malas noticias, como una confianza empresarial y una producción industrial en retroceso. En los nubarrones también influyen factores puramente circunstanciales, como las huelgas en Francia o Alemania, el frío que se ha largado más de lo habitual y una Semana Santa muy temprana. La pérdida de impulso ha sido compartida por casi todos los países y sectores. Además, algunos riesgos podrían materializarse. Entre estos, el italiano al que le queda aún año y medio al frente del BCE citó al proteccionismo, amenaza que ahora es “más prominente”.

Frente a estos frenos y riesgos, Draghi adoptó un tono moderadamente optimista. Dijo que hace tiempo que se esperaba una cierta “normalización” en las tasas de crecimiento. Y no hizo caso a aquellos que le reclamaban que, a la vista de estos datos negativos, enviara alguna señal que sugiriera que iba a arrastrar los pies aún más en la retirada de las medidas no convencionales, una retirada que reclaman con creciente insistencia los países del norte de Europa, encabezados por Alemania.

Euro y proteccionismo

Además del enfriamiento de la economía, dos temas sobrevolaron la reunión del Consejo de Gobierno del BCE: la cotización del euro y el creciente riesgo de proteccionismo. Sobre el primer asunto, Draghi se mostró tranquilo por la estabilización de la moneda única en las últimas semanas ligeramente por encima de los 1,2 dólares. El jefe del BCE no cree que las tendencias contra el libre comercio sean por el momento una amenaza real, pero sí estudia con preocupación si la escalada verbal del presidente de EE UU, Donald Trump, deriva en una guerra comercial.

Para junio deja Draghi el nudo gordiano de lo que le queda por hacer al frente del BCE: diseñar cómo y cuándo deja de comprar deuda y cómo y cuándo empieza a subir tipos. Por ahora, todo sigue igual: comprará deuda por valor de 30.000 millones de euros al mes hasta finales de septiembre “e incluso más allá si fuera necesario”. Con tres virtudes resumió el jueves Draghi su trabajo de estos meses: “Paciencia, prudencia y persistencia”.

A la espera de Luis de Guindos

La reunión del jueves del Consejo de Gobierno del BCE fue la última de su vicepresidente, el portugués Vítor Constâncio. Y la del 14 de junio en Riga será la primera con su sucesor, el español Luis de Guindos.

En sus últimos momentos como vicepresidente, Constâncio dijo irse con la sensación de dejar el trabajo “casi hecho”. “La política monetaria no va a ser tan excitante en los próximos años como cuando llegué yo”, añadió. Draghi lanzó un homenaje al hombre que en tantas ruedas de prensa se ha sentado a su derecha, del que alabó “la pasión” con la que defiende sus ideas. “Has sido fundamental en las decisiones de estos años”, le dijo.

Fuente: El País