Mira quién se está colando en la fiesta de los Oscar de este año: el Departamento de Justicia de EE UU ha advertido de que el cambio propuesto en las reglas de los premios puede ser ilegal. Son malas noticias para los que, como Steven Spielberg, han presionado para ello. Y un impulso para Netflix.

Las reglas de estos galardones ya son, vistas desde fuera, extrañas. Para poder ganar la estatuilla dorada, una película debe exhibirse en un cine del Condado de Los Ángeles por lo menos siete días seguidos. La Academia de Hollywood, de cuya junta directiva es miembro Spielberg, está planteando alargar ese mínimo. El jefe antimonopolio de EE UU, Makan Delrahim, ha enviado una carta a la Academia diciendo que podría ser ilegal.

Es raro que le importe al Departamento de Justicia. Sí, unos requisitos más estrictos serían claramente un golpe a empresas como Netflix, que pueden crear éxitos dignos de premios sin necesidad de los cines. Pero la forma de repartir premios de la Academia, una organización privada, parece un asunto menor, aunque ganar un Oscar pueda extender la vida de una película y catapultar a un actor o director.

El ruido de un Oscar ayudaría a Net­flix a ganar suscriptores. Grupos de medios como Disney están reteniendo su contenido propio para que no se lo quede la firma de Reed Hastings, y preparándose para lanzar sus propios servicios de streaming. Netflix cumplió las normas de la Academia proyectando Roma en algunos cines. Fue nominada a la mejor película, algo que no ha emocionado precisamente a la élite de Hollywood.

Aún así, tratar de convertir los Oscar en un club sin Netflix no frenará la marea de cambios en los hábitos de consumo. Hay más gente que vea películas en casa que en los cines. Los hogares supusieron en 2018 el 57% de los 97.000 millones de dólares de la industria mundial del entretenimiento, según la Motion Picture Association of America, mientras que el número de suscripciones a servicios de vídeo online como Netflix y Amazon superó por primera vez al cable. Hollywood tendrá un nuevo final, le guste o no.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días