“Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20). En democracia, los frutos de los políticos son los presupuestos: es allí donde las promesas electorales se convierten en realidad o en papel mojado.

Y los que Trump acaba de conseguir que pasen por las dos cámaras son de una obscenidad tal que no deberían poder leerlos los menores. Porque de hacerlo, esas infelices criaturas verían cómo el principal beneficiario de esa reforma fiscal es… el propio Trump, que ha introducido una rebaja del 39,6% al 29,6% en los impuestos que pagan los propietarios de oficinas destinadas al alquiler. ¿Recuerdan a qué se dedica Trump? A construir edificios de oficinas.

En la siguiente escena veríamos una rebaja del impuesto de sociedades del 35% al 21% y una puerta abierta a que las grandes multinacionales americanas (desde Apple hasta Facebook, Google, etcétera), que acumulan una montaña de efectivo fuera de EE UU, repatríen sus beneficios a un tipo reducido (entre el 8% y el 15,5%). Un regalo millonario para honrar el espíritu de la Navidad.

Luego entran en el plano corto los millonarios, que van a ver cómo la exención del impuesto de sucesiones se duplica, pasando de 11 a 21 millones de dólares. Otra indecencia. Y así sucesivamente.

Hasta ahora Trump ha dicho mucho y hecho poco. Cierto que les ha fastidiado la vida a los inmigrantes ilegales, a los dreamers y a los que aspiraban a establecerse legalmente en Estados Unidos o reunificarse con los familiares que ya están allí. Todo ello lo hacía, decía, para beneficiar al votante (pobre, blanco y republicano) que se supone que constituía su base electoral y al que quería resarcir de los abusos de los políticos de Washington y su connivencia con las empresas y lobbies.

“Voy a devolver el poder al pueblo”, dijo en su discurso de investidura. Pero su máscara populista queda hecha añicos por este recorte de impuestos de 1,5 billones de dólares. Sumado al ataque al seguro sanitario puesto en marcha por Obama, es un salvaje atentado contra los que menos tienen y menos pueden en beneficio de los que más tienen y que más pueden. Trump se desvela ahora como un rico que gobierna para ricos con el apoyo del Partido Republicano y las empresas. Es difícil no sentir asco o repugnancia ante un porno fiscal tan explícito. @jitorreblanca

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Fuente: El País