El conflicto que está abriendo estos días las portadas de los periódicos relativo a qué políticas aplicar en el conflicto que enfrenta al sector del taxi y las plataformas que ofrecen servicios de transporte con conductor (VTC) está relacionado con una transformación de calado del modelo productivo.

Las nuevas tecnologías dieron lugar a la emergencia de la economía de plataforma, un modelo económico basado en la producción de bienes y servicios mediado por una plataforma digital.

Los servicios de transporte en la ciudad como los que ofrece Uber o Cabify es solo uno de los ámbitos de actividad económica en que está disrumpiendo la economía de plataforma. Otros ámbitos de actividad económica que experimentan una transformación similar son el modelo de distribución de la cultura – sea la música, el cine o los libros (piénsese a Spotify, Filmin o Amazon), los alquileres (caso Airbnb) o servicios de reparto (como Glovo o Deliveroo). Emergerá casi en cualquier ámbito de actividad económica.

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La plataforma es el corazón del modelo, el lugar de encuentro entre la oferta y la demanda, el cuadro de mando desde el que se organiza la actividad. Conectado a través de la plataforma se genera una red descentralizada de infraestructuras, sea esta un parque de bicicletas (como es el caso de Deliveroo o Glovo ofreciendo actividades de reparto) o un gran «hotel» de habitaciones distribuido por la ciudad (como es el caso de Airbnb).

La «plataformización» de la economía es una tendencia que está creciendo rápidamente y de forma exponencial. Es un pilar central de la economía digital, y todo apunta a que será «el modelo» imperante en la economía de este siglo.

Las plataformas digitales pueden tomar formas muy diferentes. La disrupción al sector del taxi no tiene vuelta atrás. Únicamente resistir los retos no tendrá mucho recorrido, más vale tomar la iniciativa para aprovechar las nuevas oportunidades. El debate no es únicamente VTC versus Uber o Cabify, sino que hay otros modelos de plataforma que podrían ser un referente más beneficioso para la «plataformización» del sector del taxi con iniciativas de creación de plataformas cooperativas entre taxistas.

¿Qué modelo de organización del trabajo?

Las plataformas digitales están disrumpiendo sobre las industrias imperantes. Cabría preguntarse si, y en qué medida, suponen una mejora. Volviendo al caso de VTC versus taxi, nos encontramos que las plataformas introdujeron novedades pero estas han sido incorporadas en gran medida al sector del taxi, a partir de aplicaciones como MyTaxi, y a este punto los servicios del sector de taxi versus Uber o Cabify cada vez son más parecidos. Pero la calidad del servicio desde la óptica del consumidor no es el único elemento a tener en cuenta: donde más destacan las diferencias es en la manera en que organizan el trabajo. Mientras en el sector del taxi predominan las pymes, Uber y Cabify son grandes multinacionales que precarizan el trabajo. Tienen a su disposición ingentes bolsas de trabajadores y trabajadoras para la asignación de la demanda, pero a quienes no consideran como tales. El modelo de negocio de multinacionales como Uber se mantiene solo a partir de la propiedad de la plataforma (como medio de producción central del modelo, pero desentendiéndose del coste de la infraestructura descentralizada sobre la que opera), el desmantelamiento de las condiciones del trabajo y la evasión fiscal financiadas por capital riesgo especulativo como Goldman Sachs.

Las plataformas digitales pueden dar alas al capitalismo más salvaje o abrir nuevos horizontes de democratización económica

Pero Uber o Cabify no son el único modelo de economía de plataforma. Cuando repensamos la economía de plataforma, es importante diferenciar entre modelos. Las plataformas digitales pueden dar alas al capitalismo más salvaje -como es el caso de Uber- o pueden abrir nuevos horizontes de democratización económica. Por ejemplo retomando la tradición de la economía social y solidaria, es el caso de cooperativas que ofrecen sus servicios a través de plataformas que alcanzan una escala mucho mayor de la que conocemos hasta ahora, como el caso de la Green Coop, principal actor de servicios del taxi en Denver. Crece el número e importancia de cooperativas de nuevo tipo –que se ha dado en llamar cooperativismo de plataforma– que ofrecen sus servicios a través de operadores digitales, preservando las ventajas para los consumidores de los servicios de plataforma, pero al tiempo manteniendo los derechos de los trabajadores y el sistema de garantías sociales. Otro ejemplo es Som Mobilitat en Barcelona, una cooperativa que ofrece servicios de compartición de coches eléctricos.

De tal manera, la disyuntiva no se restringe a Uber o Cabify versus taxi, sino que hay otros modelos innovadores, al tiempo que democráticos, que ofrecen un buen horizonte para la plataformización del sector del taxi. El debate no es tanto VTC versus taxi, sino qué modelo de plataformas digitales, y cómo llevar a cabo la transición hacia la economía de plataforma del sector del taxi, de manera que el cambio produzca los menores daños y que en el proceso los consumidores, los trabajadores y la ciudadanía gane más que pierda.

¿Qué gobernanza de la economía de plataforma?

Otro debate de fondo es el rol de la administración. No tiene sentido que la administración se limite a afrontar el conflicto a partir de poner «parches» (basados en regular la posibilidad de geolocalización, o el tiempo de espera para la contratación del mismo) de cara a asegurar una cuota de mercado para el sector del taxi y los VTC. Estas soluciones apaciguan momentáneamente, pero en poco tiempo vuelve a emerger el conflicto. El sector del taxi sin duda va a acabar atravesando por grandes transformaciones. La administración debería ayudarnos a encarar como sociedad a afrontar las transformaciones de fondo, asegurar una buena transformación a la economía de plataforma, que innove en servicios, que no nos lleve a perder derechos laborales, que respete el sistema fiscal y que no ponga en riesgo la habitabilidad en la ciudad. El impulso de plataformas digitales propiedad de cooperativas de taxistas podría ser una vía a seguir.

Pero para que las administraciones puedan hacerlo, no podemos perder de vista que el modelo de goberzanza de la administración misma es disrumpido también por la economía de plataforma. Otro debate de fondo que abre la emergencia de la economía de plataforma tiene que ver con el encaje entre el modelo económico y el modelo de gobierno.

Las ciudades, donde se concentra la actividad económica de la economía de plataforma, son las que reciben los impactos disruptivos de los modelos más agresivos de plataforma; en contrapartida, la mayoría de las veces no son las que tienen la competencia respecto a las políticas a aplicar. Y precisamente uno de los grandes debates que está teniendo lugar es que modelo de gobernanza multinivel debería existir para que las ciudades y administración local puedan tener un mayor papel. Ésta fue una de las peticiones del Parlamento Europeo en su posicionamiento respecto a la Agenda Europea de la Economía Colaborativa.

Por otra parte, las plataformas digitales como modelo escalan más fácilmente a una dimensión global y ello apunta a revalorizar el rol de las instituciones globales de gobierno. De cara a obtener una visión global y aunar esfuerzos, el pasado noviembre tuvo lugar en Barcelona una Cumbre de cincuenta ciudades de todos los continentes (Sharing Cities Summit 2018 www.share.barcelona), impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona, junto con Amsterdam y la ciudad de Nueva York, que resultó en la firma de una declaración conjunta y un paquete de acciones para compartir visiones y estrategias conjuntas respecto a los retos y oportunidades de la economía de plataforma. Una ciudad sola negociando con Airbnb no es igual que si lo hacen muchas juntas. La misma amenaza de que Uber y Cabify dejen de dar servicio en Barcelona pierde peso cuando se hace presente en estos encuentros que tienen una situación de freno a sus modelos agresivos en muchas otras ciudades europeas. Al tiempo, las ciudades acordaron promocionar conjuntamente la internacionalización de los modelos de economía de plataforma más respetuosos con las ciudades.

La Administración debería ayudarnos a  asegurar una buena transformación a la economía de plataformas

El elemento decisivo sería afrontar estos debates entre todos los niveles de gobierno, tanto ciudades como instituciones globales. Debates de fondo, amplios y de calado sobre los retos y oportunidades de la plataformizacion de la economía, con valentía y amplitud de miras.

Mayo Fuster Morell es directora del grupo de investigación Dimmons de la UOC.

Fuente: El País