Cuesta encontrar certezas en un mundo volátil y cambiante. Las hojas de ruta predefinidas, más que nunca, se han convertido casi en un papel mojado de escaso valor. La mayoría de organizaciones –y también las propias personas– buscan la innovación a toda costa. Debaten, fijan posiciones y luchan por tan anhelado objetivo con el fin de perdurar en el contexto actual. La Deusto Business School, en su desayuno Innovar en la intersección de ideas, conceptos y culturas, ha abierto el concepto al mundo cultural a través de un intercambio de ideas entre el director de cine Rodrigo Cortés, la artista Coco Dávez y el directivo de Ilunion Fernando Riaño. Y es que tienen una idea muy personal de la creatividad y la disrupción.

El creador de películas de reconocido éxito como Buried y Blackwood carga contra la forma en que la construcción del sistema actual lastra una verdadera innovación. “No existe un pensamiento genuino. Todo es una especie de copia y pega al que se suman todos. El problema es que todo se genera en ese punto inicial y la percepción del entorno parece inmutable”, afirma. No duda en recurrir a una paradoja de su sector para ahondar en su postura. Pone el ejemplo de cómo algunas de las mejores obras de determinados directores surgieron al albur de dictaduras y censuras aparentemente infranqueables. “El cerebro humano da el 100% cuando está limitado y conoce estas limitaciones. Ahí es cuando la creatividad se dispara, cuando llega la innovación”, sostiene.

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Existe el riesgo de asociar automáticamente innovación con nuevas tecnologías, pero Dávez, creadora de colecciones como Faceless, en las que sus dispositivos eran sus destrezas con las manos, precisa que la creatividad tiene muchas más herramientas alejadas de lo técnico. “Internet claro que es fundamental y rápido para darte a conocer, aunque la unión de diferentes ámbitos es lo que enriquece, evoluciona el presente”, argumenta. Riaño apuesta por dar un salto más. Saca a la palestra las emociones, una de las grandes olvidadas siempre que se habla de innovar en su opinión. “El futuro va por este camino. Sin equipos diversos y multidisciplinares que apuesten por incluirlas, nos mantendremos estancados”, añade.

Desde su experiencia como cineasta en Hollywood, Cortés resta trascendencia al llamado star system como ejemplo innovador. Por supuesto que en Estados Unidos residen polos disruptores de talla mundial como Silicon Valley y Massachussets. Bien diferente es lo que sucede con respecto a la cinematografía. “Estimula poco lo personal. Cada vez buscan más a un simple rodador o, como dicen ellos, shooter. Es un lugar hostil para la innovación personal”, zanja. En mitad de esta exploración cultural, Dávez comenta cómo ella misma, alejada de esta tendencia de Hollywood, tiene una mayor creatividad cuando conoce hasta dónde le dejan llegar. “Establecerte unos límites concretos es el primer paso para innovar”, asegura.

  • El consenso sobre el fracaso

En determinadas circunstancias, lo que aparenta una contradicción resulta la mejor forma de llegar a los resultados deseados. Al menos así de claro lo dejaron en el desayuno todos los ponentes cuando ligaron sus argumentos acerca de los errores y la innovación. Sin fracaso, no hay camino hacia el éxito posible. Cualquier startup u organización desea tocar la cima, pero esta no es la base desde la que cimentar creatividad. “Solo aprendes de los contratiempos. Ahí es donde están las lecciones y donde empiezas a aprender”, explica Cortés. En esta misma línea de pensamiento se expresa Dávez, para quien los fallos son las pistas y no el propio éxito. “La adversidad es una buena escuela de aprendizaje cuando hablamos de innovar”, remata Riaño.

Al igual que cada vez más compañías abrazan la idea de contar entre sus filas con perfiles laborales entremezclados –desde ingenieros hasta filósofos bajo el mismo techo–, el concepto de innovación, al menos en este desayuno, contempla un abanico amplio de posibilidades. Derribada la barrera de unir siempre tecnología con disrupción, todos los ponentes apelan a innovar tanto desde la ausencia de temor al fracaso como resaltando las capacidades personales. “No hay una única vía que te dirija hacia la creatividad. Al final, contamos con un marco común, igual para todos, sobre el que buscar esta transformación”, concluye Cortés. Sin darse cuenta, la propia cultura acaba de aportar alguna clave sobre cómo desarrollar la tan ansiada i de innovación.

Fuente: El País