El banco Santander, Caixabank y Bankia han decidido demandar al Estado por la paralización del almacén submarino Castor por un importe de 1.350 millones de euros, según fuentes jurídicas.

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Las tres entidades han formulado este viernes ante el Gobierno una “reclamación de responsabilidad del Estado legislador” en la que solicitan la devolución de la cantidad financiada que todavía no se ha recuperado, más los daños causados. La reclamación explica que la inconstitucionalidad del Real Decreto-ley no debe ocasionar ninguna pérdida a quien ha financiado a los poderes públicos para facilitar una medida de interés general. Como se justifica, si no fuese así, el poder público se beneficiaría de la inconstitucionalidad a costa de las entidades financiadoras.

En la reclamación, Santander, CaixaBank y Bankia ofrecen al Gobierno alcanzar un acuerdo que permita hacer la devolución de una manera flexible, a fin de evitar un grave impacto en las cuentas del Estado o en los consumidores gasistas. De este modo, las tres entidades han ofrecido que, en lugar de devolver de modo inmediato todo el importe reclamado, el Estado lo devuelta de modo gradual, en los mismos términos y con las mismas condiciones (de tipo de interés y de plazo, fundamentalmente) en que estaba previsto en el Real Decreto-ley 13/2014.

En octubre de 2014, Santander, CaixaBank y Bankia desembolsaron más de 1.350 millones de euros para financiar el cierre del almacén de gas natural “Castor”, después de que una serie de seísmos despertasen gran alama social entre los vecinos de las provincias de Castellón y Tarragona. El Estado necesitaba ese importe para liquidar con la empresa concesionaria las inversiones realizadas en “Castor”.

Para posibilitar el pago, el Gobierno aprobó el Real Decreto-ley 13/2014, de 3 de octubre. Como explicó el Ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, en una reciente comparecencia ante la Comisión de Energía, Turismo y Agenda Digital, “si quebraba la empresa concesionaria evidentemente se iba a producir un fallido en una deuda del Banco Europeo de Inversiones, y recuerden que estábamos en el año 2013, en la época en que la prima de riesgo de la economía española era todavía muy alta, había dudas sobre el euro y había problemas con la deuda soberana española”.

El Real Decreto-ley extinguió la concesión, “hibernó” la instalación y reguló la compensación a la antigua concesionaria. Santander, CaixaBank y Bankia aportaron los 1.350 millones de euros necesarios para el cierre y el Gobierno, a través del sistema gasista, se comprometió a devolverlos en 30 años.

En diciembre de 2017, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el sistema de compensación previsto en el Real Decreto-ley 13/2014. La razón fue que el Gobierno no había sido capaz de justificar que el empleo de un Real Decreto-ley (que solo se puede aprobar en casos de verdadera urgencia) estaba realmente justificado en este caso, y que no había tiempo para tramitar una ley “ordinaria”. El Constitucional, sin embargo, aceptó la extinción de la concesión existente, y aceptó que era necesario pagar al antiguo concesionario el importe de las inversiones que había realizado.

Tras la declaración de inconstitucionalidad, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) dejó de reembolsar lo financiado por las tres entidades.

A raíz de la decisión del Constitucional, la deuda que el Estado tenía con la concesionara se pagó por los tres bancos por cuenta del Estado, a cambio de recuperar ese importe con los intereses en 30 años. Además, el real decreto con el que se cerró el almacén de gas y se compensó a la concesionaria se declaró inconstitucional porque el Gobierno uso indebidamente la figura del real decreto-ley.

No obstante, el Gobierno cree que no debe adoptar ninguna medida para compensar, de uno u otro modo, a los tres bancos que pagaron la deuda que el Estado tenía con la concesionaria. El Estado entiende que la deuda que tenía con la concesionaria está pagada pero, sin embargo, no reconoce una compensación alternativa a los que pagaron esa deuda.

Fuente: El País