Miedo y precaución podrían parecer sinónimos, pero no lo son. Según la Real Academia de la Lengua, el miedo (del latín metus, temor) refleja la angustia por un riesgo o daño real o imaginario o el recelo o aprensión de que suceda algo contrario a lo que se desea. La precaución se define, sin embargo, como la reserva, cautela para evitar o prevenir los inconvenientes, dificultades o daños que pueden temerse. Cuando la cosecha de resultados es mala —2018 fue un año bastante malo en los mercados financieros— el miedo o la precaución se apodera de los ahorradores. Con independencia de cual sea la acepción correcta para definir la reacción de los inversores, lo cierto es que las pérdidas patrimoniales sufridas el pasado año están provocando el movimiento de algunas placas tectónicas en la industria financiera que parecían inamovibles.

Una buena muestra de ello es que, por primera vez desde los años más duros de la crisis (2009-2013), los ahorradores cuyo objetivo es construir un capital “para la jubilación” han traspasado más dinero desde los planes de pensiones hacia los Planes de Previsión Asegurados (PPAs) que al revés. Según los datos de la web financiera Finect —con cifras de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva, y la Dirección General de Seguros—, en el último trimestre de 2018 fueron más de 200 millones de euros los que abandonaron los planes de pensiones hacia los PPAs frente a los 96 millones que hicieron el camino inverso. Vicente Varó, director de contenidos de Finect, cree que, una vez más la historia se ha repetido en lo que se refiere a las emociones de la gente. “Cuando los mercados van bien, se acepta el riesgo; cuando llega la corrección, aparece el miedo y éste se traduce en un movimiento hacia posiciones de inversión más seguras como pueden ser los PPAs, aunque en muchos casos, su rendimiento no llegue a cubrir la inflación”. La baja rentabilidad de los planes de pensiones —de media perdieron más de un 4% en 2018— explica, a juicio de Juan Fernández Palacios, consejero delegado de Mapfre Vida, este aumento de los traspasos: “los inversores valoran la garantía que te ofrece el PPA, al que se le puede considerar un sistema de previsión complementaria refugio”.

Se recrudece la batalla por el ahorro de la jubilación

Similitudes y diferencias

¿Por qué ese incipiente furor por los Planes de Previsión Asegurados? ¿No son dos productos básicamente clónicos a los planes de pensiones? Sí y no. Por un lado, es cierto que ambos son productos de ahorro a largo plazo de cara a planificar la jubilación. Unos y otros gozan de la ventaja fiscal en origen —con un límite de aportación anual de hasta 8.000 euros— que reduce los ingresos del particular y, por tanto, sus impuestos a pagar. También comparten su baja liquidez: no se puede recuperar el dinero invertido en ninguno de ellos salvo por jubilación, incapacidad laboral, gran dependencia, enfermedad grave o más de 10 años de antigüedad (a partir de 2025). Además, los traspasos entre ambos son gratuitos desde el punto de vista fiscal. Hasta aquí las similitudes porque el PPA es un seguro individual de ahorro a largo plazo y el plan de pensiones, no. Esto lleva a que el PPA suele incorporar un capital adicional en caso de fallecimiento que, según explica Javier Elena, responsable de ahorro e inversión de la correduría de seguros Elena Beser, “suele situarse entre los 300 y los 600 euros, por lo que no es realmente determinante [para decantar la elección del ahorrador]”.

Cuanta más edad se tiene los expertos aconsejan decantarse por los PPAs

Por otra parte, el PPA asegura una rentabilidad mínima durante su vigencia (así lo fija la ley); no así el plan de pensiones (que, por tanto, está sujeto a las variaciones que acciones o títulos de renta fija puedan experimentar), salvo que a su vez sea garantizado en cuyo caso, solo al final del plazo establecido, es decir, a vencimiento, se obtiene el rendimiento prometido. Javier Elena considera importante hacer la siguiente matización a este respecto: “los inversores en PPAs no deben creer a ciegas eso de que su dinero está garantizado y que siempre recibirán un rendimiento positivo por pequeño que éste sea”.

Una gran mayoría de los PPAs que hoy por hoy se comercializan establecen que si el asegurado desea recuperar/traspasar su dinero antes de tiempo, el importe del mismo dependerá de las inversiones que la compañía aseguradora haya hecho con él; es decir, puede, si éstas han generado beneficios, que se recupere más capital del invertido (y rentabilizado con el interés pertinente), pero también menos, si esas inversiones han generado pérdidas. “La conclusión es que si lo que realmente se quiere es seguridad y capital garantizado solo cabe o cumplir íntegros los plazos o bien elegir PPAs en los que se recupere el 100% de la provisión matemática (saldo acumulado), sin vinculación a inversiones”, dice Elena.

Rentabilidad

¿Cuál es esa rentabilidad garantizada, aunque sea por plazos, que se ofrece hoy por hoy en los PPAs? El rango de interés mínimo técnico, que suele modificarse cada seis-doce meses, puede oscilar entre el 0,5% anual y hasta el 4-5%. Pero estas cifras tienen cierto truco. Por un lado, son ya muchas las aseguradoras que, a ese interés mínimo técnico, les suman una participación en beneficios. Es el caso, según explica Juan Fernández Palacios, de Mapfre Vida, cuyo interés técnico para un plazo de 10 años es del 0,8% pero que “gracias a los resultados obtenidos se ha elevado por encima del 2,5% en 2018”. Por otro, no hay que olvidar que, como cualquier otro productos financiero, los PPAs tienen gastos: de administración, de adquisición, por la prima de riesgo al asegurar un capital en caso de fallecimiento, por las aportaciones extraordinarias o por los traspasos, lo que “obliga a no dejarse llevar por el interés mínimo exclusivamente pues puede ocultar, por un lado, otros beneficios pero, por otro, gastos relevantes”, según Elena.

¿Para quién son los PPAs y no los planes de pensiones? Todos los expertos comparten la idea de que ambos son productos a largo plazo y que, por tanto, no conviene tener una visión cortoplacista de sus resultados y con ella dejarse llevar por impulsos. Aclarado esto, si el ahorrador se es joven conviene arriesgarse y apostar por los planes de pensiones con mayor o menor porcentaje bursátil y a la inversa, cuánto más ahorro se lleve acumulado y cuánto mayor edad se tenga, parece más recomendable hacerse más conservador y garantizarse un rendimiento positivo.

Fuente: El País