John Deere es parte esencial de la vida del campo desde hace casi dos siglos. Es de lejos el mayor vendedor de maquinaria agrícola en Estados Unidos. La influencia de la corporación de los icónicos tractores verdes y amarillos llega al extremo de haber escalado hasta convertirse en el quinto prestamista del sector, donde compite con Wells Fargo, Rabobank, Bank of the West y Bank of America. La multinacional de Moline (Illinois) es la única gran firma no bancaria que concede créditos a los agricultores. La cartera de préstamos asciende a los 33.000 millones de dólares. Lo relevante es que su papel como entidad financiera crece mientras otros grupos industriales, como el conglomerado General Electric y los fabricantes de coches, se han visto obligados a desprenderse de sus divisiones de este tipo tras el golpe de la crisis.

El programa de créditos de John Deere está cada vez más orientado al leasing de sus equipamientos más que a la compra. Es una opción realista, como dicen en el sector, si se tiene en cuenta que estas máquinas cuestan un cuarto de millón de dólares. Son cantidades que no todos los agricultores pueden permitirse en una coyuntura de bajos precios, que está metiendo presión al bolsillo de los pequeños granjeros. Los datos del Departamento de Agricultura (USDA) muestran que los ingresos agrarios repuntaron entre 2013 y 2014. Para este año se espera que hagan tanto dinero como en 2016, pero igualmente los ingresos podrían volver a caer. Esa incertidumbre afecta a la compra de nuevo equipamiento. Las ventas de tractores en EE UU están un 25% por debajo de un ciclo normal, lo que en principio indica que la compañía tiene margen para crecer.

La cartera de créditos del fabricante de maquinaria asciende a 33.000 millones de dólares

Lo que empezó como un programa para ayudar a los agricultores que tenían dificultad para dotarse de equipamiento, se extendió a la compra de semillas, pesticidas y fertilizantes de otras compañías como BASF, Monsanto o DowDuPont. Esta financiación les permite seguir en el negocio mientras genera ingresos adicionales para John Deere en el peor momento para el mercado de la maquinaria en 15 años. La compañía cerró las cuentas del ejercicio fiscal con unos ingresos por valor de 29.740 millones de dólares, lo que equivale a un incremento del 12% cuando se compara con 2016. De ese total, 8.020 millones corresponden al cuarto trimestre. Estas ventas le generaron ganancias de 2.160 millones, lo que representa a una mejora del 42%. El beneficio atribuible al último trimestre fue de 510 millones.

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La división financiera le genera una tercera parte de los ingresos y el margen de beneficio es cuatro veces más alto que con las ventas de máquinas y combinados. La ganancia anual ascendió a cerca de 480 millones. Los resultados trimestrales muestran que ese crecimiento no se frena. La proyección de la compañía es que se eleve a 515 millones cuando concluya el ejercicio 2018. El consejero delegado de John Deere, Samuel Allen, asegura que a estos niveles de ingresos, los agricultores “siguen logrando ganar algo”. “La economía de nuestros clientes es razonablemente buena”, insiste. El equipamiento, en paralelo, empieza a envejecer y eso crea demanda para adquirir nuevas máquinas más eficientes y precisas. “Eso puede animarles a dar el paso para lograr una mejor rentabilidad”, añade.

Un banco tan fuerte como un tractor

Si el precio de la materia prima sube, augura, “tendrán aún más margen” para invertir ene nueva maquinaria. El coste de las semillas y los fertilizantes también tiene a moderarse. La financiación, por tanto, permite a los agricultores comprar equipamiento más caro. Pero el sistema de leasing les impide reparar los tractores o venderlos, porque legalmente no las tienen en propiedad. Controlando dos tercios de las ventas de tractores en EE UU y pisando los talones a Bank of America como prestamista, el peso de John Deere es enorme. “Es una fuerza masiva”, señalan los analistas de Barclay’s, “eso le da mucho poder para influir en el mercado”. Los bancos comerciales, además, son más selectivos con el crédito, como muestran los datos de la Reserva Federal de Kansas City.

Los datos de la USDA muestran, de hecho, que el endeudamiento de los agricultores crece a un ritmo del 5% mientras que el valor de sus activos se deprecia un 1%. Cuando se ajusta a la inflación, supera los 400.000 millones, casi 100.000 más que hace cinco años, y está a un nivel que no se veía desde la crisis de los años ochenta. Eso puede crear más dificultades si la coyuntura se vuelve adversa.

Fuerte revalorización

John Deere, fundada en 1837, tiene una capitalización de 46.650 millones de dólares. Se ha apreciado un 55% en el año. Goldman Sachs cree que los resultados del cuarto trimestre muestran “un punto de inflexión” en el negocio de equipamiento agrícola por la recuperación de la demanda. Eso causó que las acciones subieran un 5% tras publicar las cuentas y marcaran un récord.

Aunque John Deere es conocida por sus tractores, está en paralelo aligerando su dependencia en la maquinaria agrícola. Para diversificar su cartera anunció en junio la adquisición de Wirtgen Group, en una operación valorada en 5.200 millones. La compañía alemana está especializada en la construcción de carreteras, un sector donde la multinacional estadounidense es muy activa. Esa división, que incluye también equipos forestales, crece rápido y le genera ventas por valor de 5.700 millones anuales. Una vez que la compra de Wirtgen esté completada, algo que sucederá antes de acabar el año, Deere espera que la cifra de negocio de esa unidad crezca un 54% en el ejercicio fiscal 2018. Los ingresos globales para el grupo se elevarán un 20%, hasta los 35.400 millones.

Allen explicó, durante la presentación de los resultados, que el objetivo es construir un negocio que no esté tan expuesto a los ciclos del sector agrícola. La división financiera le permitió crear una coraza en ese sentido y evitó que la caída de casi el 40% en la ventas de maquinaria.

Fuente: El País