La volatilidad se apoderó con contundencia de Wall Street, hasta el punto de llevar al índice Dow Jones a sufrir durante los últimos compases de la sesión una caída de hasta 1.560 puntos, es decir, más del 6,1%. Esa pérdida intradía es la mayor de la historia del índice. Aunque al despedir la jornada logró contener las pérdidas por debajo de los 1.200 enteros, el cambio de sentimiento es extremo. Ahora se impone el temor a que la Reserva Federal se vea forzada a subir los tipos de interés con más agresividad de lo anticipado.
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Pese a la volatilidad extrema vivida durante la última hora de negociación, los actores del mercado aseguran que el sistema funcionó correctamente. La Casa Blanca, por su parte, señaló que “los mercados fluctúan a corto plazo” e insiste en que los pilares de la economía son «extremandamente» robustos. Es precisamente esta solidez lo que crea problemas ahora a los inversores, porque puede elevar los riesgos inflacionistas y obligar a la Fed a retirar los estímulos más rápido de lo previsto. Los tipos están en una banda entre el 1,25% y el 1,5% desde diciembre, tras decidirse tres incrementos en 2017. El temor es que este año puedan ser cuarto más o incluso cinco.
El índice de referencia del parqué de Nueva York llegó a entrar en zona de corrección en el momento de mayor tensión. Perdió, primero, el nivel de los 25.000 puntos y en menos de una hora trataba de mantener el de los 24.000 puntos. La fuerte caída era la continuación de un episodio similar que se vivió el viernes, cuando perdieron 665,75 puntos y se colocó por debajo de los 26.000 puntos. En el giro de dos días se evaporó así prácticamente todo lo ganado desde comienzos de año.
El índice de volatilidad del mercado de Chicago repuntó un 115% durante la sesión, reflejo de la tensión que domina. Si se toma como referencia el máximo del pasado 28 de enero, el Dow Jones llegó a perder un 10% antes de rebotar. El vuelco en el sentimiento de los inversores se produce coincidiendo con el cambio de mando en la Reserva Federal. Esta misma mañana Jerome Powell juraba como decimosexto presidente del banco central de Estados Unidos.
El batacazo deja en casi una anécdota los 508 puntos que perdió el Dow Jones el fatídico Lunes Negro, en octubre de 1987. Pero entonces el daño fue mucho mayor para el índice, porque perdió más de un 22% de su valor. La tensión de la última semana es comparable a la que se vivió en el verano de 2016 cuando Reino Unidos decidió abandonar la Unión Europea y antes en agosto de 2011 cuando la crisis de la deuda soberana azotó a los bancos europeos. Pero especialmente recuerda a los momentos que se vivieron durante la crisis financiera.
La caída de 1.175 puntos al cierre supera los 778 que perdió el selectivo a final de septiembre de 2008 y los 733 a mediados de octubre de ese año. El mayor desplome en términos absolutos durante la burbuja de las puntocom fue de 685 puntos. La del pasado viernes es ahora la séptima más pronunciada. Cuando se combina con la de este lunes, es suficiente para arrastrar con todo lo que había escalado desde comienzos de año y le coloca un 1,5% por debajo del nivel que tenía al despedir un 2017 que fue calificado de excepcionalmente tranquilo.
Los mercados arrancaron 2018 con fuerza, tras la entrada en vigor de la reforma fiscal. Pero los inversores empezaron a mirar con nerviosismo el mercado de bonos, a raíz de que los tipos en las letras a 10 años repuntaron al 2,85% frente a un 2,4% al arrancar. Los datos que llegan del mercado laboral muestran que los salarios empieza a repuntar y eso podría empezar a generar a su vez inflación. La Fed no tenía más remedido que subir tipos para evitar que se recaliente la economía. Pero debe pisar el freno de los estímulos sin provocar una recesión.
Fuente: El País