El pasado año, James Robinson, coautor junto a Daron Acemoglu del libro Por qué fracasan los países, estuvo en Madrid. Reconoció que España es un caso de éxito y de los pocos países del mundo en los últimos 50 años que han pasado de emergente a desarrollado. Cataluña, al igual que el resto de comunidades autónomas españolas, es una región de éxito. El empleo ha crecido allí cuatro veces más que en Alemania y siete veces más que Francia.

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La entrada en la Unión Europea fue determinante y la economía española ha demostrado que, en condiciones de estabilidad, es mucho más dinámica que la de sus socios europeos. En Cataluña, el empleo desde 1986 ha crecido un 90%, un dato próximo a la media española del 100%. No ha sido la comunidad más dinámica: en Canarias, Andalucía y Murcia, el empleo ha crecido por encima del 150%. Pero está muy por encima del País Vasco, que padeció la lacra de ETA, y allí el empleo ha crecido el 50%.

Según El capital en el Siglo XXI, el libro de Thomas Piketty, España es de los pocos países donde la desigualdad se ha reducido. Desde 1975, el porcentaje de la renta nacional de los más ricos ha caído y ha mejorado el peso del 90% restante. Durante la crisis, el 30% de las rentas bajas han sufrido los mayores efectos, pero siguen teniendo más peso en la tarta que cuando murió Franco. Y el milagro económico de España ha sido la democratización de las clases medias, que también han sufrido durante la crisis, pero viven mucho mejor que sus abuelos y que sus padres.

Cuando escribo esta columna no se conoce el resultado de las elecciones catalanas y mucho menos la composición del nuevo Gobierno. Este jueves los catalanes han decidido cómo quieren que vivan sus hijos. Si estas elecciones vuelven a fracasar, Cataluña superará a Grecia como el área más inestable políticamente de Europa. Italia ha padecido la combinación de elevada deuda pública e inestabilidad política y es uno de los países del mundo, junto con Grecia, donde menos ha crecido el empleo desde 1986.

El mayor peligro es que los independentistas vuelvan a gobernar y repitan la declaración unilateral de independencia, una DUI. Hoy ya sabemos que no tienen ningún tipo de apoyo internacional ni europeo para ser reconocidos como país y una DUI les dejaría fuera de Europa y del euro.

Lo deseable sería un Gobierno que vuelva a hablar de empleo, de educación, de salarios, de mejorar el estado de bienestar y las pensiones. Que le diga a las empresas catalanas que tienen que internacionalizarse e innovar para sobrevivir en la era de la tecnología global. Y a los jóvenes, que deben aprender inglés, matemáticas y lógica, el lenguaje que hablan las máquinas.

Los catalanes han progresado, pero aún están lejos de los países con mayor renta por habitante. Si eligen bien, es muy probable que los hijos vivan mejor que sus padres. Si eligen mal, pueden formar parte de las regiones que fracasan. Que la fuerza les acompañe.

Fuente: El País