La brecha de género todavía existe: las mujeres siguen ganando menos y reciben menos financiación o fondos de investigación que los hombres. También acceden menos a los puestos altos y de responsabilidad. Muchos factores contribuyen a estas disparidades de género, pero la investigación ya ha dejado claro que las diferencias de productividad no pueden explicarlas. En cambio, las mujeres reciben menos reconocimiento que los hombres por logros equivalentes. ¿Por qué? Es una pregunta, aún sin respuesta concreta, que varios investigadores están intentando resolver.

Una de las hipótesis tiene que ver con la promoción que se hace de los descubrimientos científicos de cada grupo. Un equipo de investigadores de la Universidad de Yale ha examinado si las mujeres y los hombres difieren en el grado en que promueven sus logros mediante el uso de términos positivos al describir su investigación. El estudio, publicado en el British Medical Journal, documenta que las mujeres usan menos de estos adjetivos positivos en sus artículos y que estas diferencias en la presentación parecen influir en la cantidad de atención que reciben sus investigaciones.

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«Los aproximadamente 20 millones de artículos publicados desde 1980 representan alrededor del 75% de todos los artículos de ciencias de la vida y la salud publicados», señalan los investigadores en HBR. Esta cantidad de publicaciones hace que los científicos tengan que ser cada vez más selectivos al decidir qué leer y a qué dedicar su tiempo. «La autopromoción casi se ha vuelto más importante que nunca para captar su atención». Hay distintas formas de hacerlo: desde compartir investigaciones a través de las redes sociales hasta resaltar los resultados en artículos y presentaciones. Y esto puede influir, por ejemplo, a la hora de solicitar subvenciones.

Los investigadores de la Universidad de Yale examinaron las diferencias de género en la autopromoción analizando los títulos y resúmenes de 6,2 millones de artículos de investigación publicados durante 15 años (entre 2002 y 2017): consideraron que esos fragmentos son claves para transmitir los principales hallazgos. Obtuvieron los datos sobre artículos de la base de datos PubMed y los datos de género del autor probabilísticamente: «Utilizando la base de datos  Genderize, si al menos el 90% de las personas con un nombre en particular eran mujeres, codificamos al autor como una mujer». Con esto, contaron el número de veces que los autores utilizaron un conjunto de 25 palabras distintivamente positivas y utilizaron algoritmos de procesamiento del lenguaje natural para caracterizar el texto que rodea a estas palabras.

Descubrieron que los artículos escritos por mujeres tenían hasta un 21% menos de probabilidades de usar términos positivos para enmarcar los resultados de su investigación que los artículos comparables publicados en las revistas más prestigiosas con al menos un hombre en una posición de autor principal. «Los análisis adicionales confirmaron que estas palabras positivas generalmente calificaban los hallazgos: con frecuencia veíamos combinaciones de palabras como «enfoque novedoso», «mecanismo único» o «resultado prometedor», explican los investigadores. «Tanto hombres como mujeres usaron las palabras positivas para describir sus hallazgos, pero las mujeres los usaban con menos frecuencia».

Pero, ¿realmente influye en algo la autopromoción? Los investigadores examinaron si estas diferencias de género en la autopromoción influyeron en el número de referencias al trabajo hechas por otros expertos. «Descubrieron que los artículos con palabras positivas recibieron hasta un 13% más de citas en comparación con investigaciones de novedades similares publicadas en las mismas revistas pero sin el encuadre positivo». Los autores que no se autopromocionaron recibieron menos atención.

Una de las conclusiones más llamativas de este estudio es que lo que las mujeres dicen de su propio trabajo depende de la estapa profesional en la que se encuentren. Las diferencias de género en la autopromoción fueron más pronunciadas en las etapas iniciales y medias de la carrera. A medida que ellas suben de rango, su uso de palabras positivas sobre su trabajo aumenta. En los niveles más altos, la disparidad desaparece. «Parte de este efecto puede provenir de que las mujeres presentan su investigación con más confianza a medida que ganan antigüedad». 

Esta investigación está centrada en las mujeres científicas y sus investigaciones. «Aún así, sospechamos que ocurre lo mismo en una amplia variedad de entornos, probablemente contribuyendo a que aumenten las brechas sociales de género», explican los investigadores. «Parece justo decir que las mujeres harían bien en promover más sus logros. Pero la responsabilidad no reside solo en ellas. Los colegas masculinos también deben alentar a las mujeres y asegurarse de que no sean penalizadas por la autopromoción que hacen».

Fuente: El País