La Gran Recesión dejó en evidencia problemas en el diseño institucional de la eurozona. Lamentablemente, los excesos de austeridad y la inacción del BCE son la nueva imagen que muchos europeos tienen hoy de Bruselas. La Comisión Europea liderada por Jean-Claude Juncker, conservador, y con el comisario de Economía Pierre Moscovici, socialdemócrata, ha recuperado el espíritu de los padres fundadores. De nuevo es la institución que propone medidas para avanzar en el proyecto europeo.

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Recientemente han propuesto convertir el fondo europeo Mede en una institución con capacidad para, además de rescatar países, inyectar dinero en el mecanismo de resolución bancaria europea para evitar nuevos episodios de fragmentación financiera en Europa. También proponen que pueda poner en marcha planes de estímulo fiscal en crisis asimétricas que afecten a un solo país o grupo de países pero no al conjunto del área. Y que emita eurobonos para financiarse. No sería un órgano puramente federal como el BCE, pero sin duda sería un gran avance sobre lo que tenemos hoy.

Otra propuesta que ya se está materializando es institucionalizar el Eurogrupo y nombrar un presidente permanente. El primer ministro de Economía europeo es Mário Centeno, ministro de Hacienda de Portugal, doctor en Economía por Harvard y que ha desarrollado su carrera profesional en el Banco de Portugal. Este verano estuvo en el curso de la Menéndez Pelayo Socialdemocracia en el siglo XXI y dio una ponencia que confirma que hay vida en Europa después de la crisis.

Centeno comenzó criticando los excesos de austeridad. Las ideas son libres, pero los hechos son únicos. Desde 2010 a 2013 las ventas minoristas de consumo en la eurozona cayeron un 5% y fuimos la única área del mundo que destruía empleo. Desde 2013, Bruselas puso fin a la austeridad y el BCE emuló a la Reserva Federal, las ventas minoristas han crecido un 10% y Europa ha recuperado el nivel de empleo de 2008, el anterior a la crisis.

El nuevo presidente del Eurogrupo demostró que criticar los excesos de austeridad es compatible con la defensa de la estabilidad presupuestaria y con la necesidad de reducir la deuda pública para disminuir la vulnerabilidad financiera, mejorar el rating de los países para disfrutar de menores tipos de interés que permitan a las empresas aumentar la inversión y crear empleo. También defendió la necesidad de tener reglas de mercado de trabajo flexibles para que las empresas europeas compitan y generen puestos de trabajo de calidad en la era de la tecnología global.

Y explicó que estas son condiciones necesarias para lograr los objetivos de la socialdemocracia: pleno empleo, reducción de desigualdad (por ejemplo, con subidas del salario mínimo) e igualdad de oportunidades con una educación pública de calidad. Es clave que un economista socialdemócrata y del sur recupere la bandera de la estabilidad para que Europa siga progresando y romper tópicos en el norte y entre la izquierda más trasnochada.

Europa necesita liderazgo y los europeístas tenemos que desear a Mário Centeno que la fuerza le acompañe.

Fuente: El País