La empresa familiar de ascensores Fain tiene claro que el transporte vertical convencional tiene los días contados. La compañía, cuyos orígenes se remontan al Madrid de 1972, da un paso al frente con la creación de un ascensor concebido desde su nacimiento —y esta es la novedad— para funcionar con energía solar. El ahorro energético y las exigencias medioambientales se hacen fuertes en el sector de los ascensores, algo imprescindible en un país en el que hay más de un millón de aparatos instalados.

La compañía ha invertido, de momento, más de medio millón de euros en la fabricación de este nuevo elevador, que ha sido bautizado con el nombre de ION Green Solar y que se desarrolla en su factoría de Vitoria. Se ha reducido un 30% el peso de la cabina mediante la utilización de acero de alta resistencia, la inclusión de un nuevo sistema de tracción y la colocación de acumuladores de energía. La primera de las modalidades de este ascensor solo emplea 400 vatios, el equivalente a un secador de pelo, ahorrando un 96% en la factura de la luz y un 86% en las emisiones de CO2. En su segunda modalidad está conectado a placas fotovoltaicas, reduciendo sus emisiones a cero. «Cualquier aparato eléctrico se puede conectar a un panel solar, pero si no se diseña desde el principio se necesitarían muchos paneles y sería muy pesado», dice Nicolás Mediavilla Cesteros, consejero delegado de Fain.

Además, no hay que realizar obras en la instalación eléctrica de los edificios, ya que funciona como cualquier electrodoméstico, con 220 voltios (los convencionales necesitan una tensión de 380 voltios). «Esto permite a las comunidades de propietarios ahorrar 3.500 euros en las obras», comenta Mediavilla. El elevador solar cuesta 7.000 euros más que uno convencional, pero gracias a los ahorros de energía se amortiza en apenas dos años y medio. De momento, la última innovación del grupo se está empezando a aplicar en Vitoria, comenta el consejero delegado de esta empresa familiar situada en el cuarto puesto en un sector, el de los ascensores, dominado por multinacionales.

Eso no le ha impedido hacerse con importantes contratos. Ha instalado los ascensores del Centro Reina Sofía de Madrid, los aeropuertos de Málaga y Valencia, el hotel W de Barcelona, centros comerciales y hospitales como La Fe de Valencia. En 2001 cerró un acuerdo con el fabricante japonés Mitsubishi, por el cual tiene la exclusiva para España y Portugal de ascensores de alta velocidad, escaleras mecánicas, rampas y pasillos móviles. Desde entonces, la facturación no ha dejado de crecer. En 2018 obtuvo una cifra de negocios de 98,7 millones de euros (un 1,7% más que en 2017) y un ebitda de 18,5 millones, un 3,2% más que un año antes.

En sus casi 50 años, la compañía ha pasado por malos momentos. El último en 2007 con el pinchazo de la burbuja. «Hacíamos 2.000 ascensores de obra nueva, hoy son 200, el 10% de lo que montábamos durante el boom«, dice Mediavilla. Ahora, el 50% del negocio es el mantenimiento, el 15% es obra nueva y el resto son modernizaciones de fincas sin ascensor. La empresa, en la que desde 1996 trabaja la tercera generación de la familia accionista, mantiene un parque de 50.000 elevadores, 6.000 en Bélgica y Francia.

Fuente: El País