Cuando en junio del año pasado el grupo IAG lanzó la filial Level dio carta de naturaleza a su interés por el mercado de vuelos de bajo coste y largo radio. Un negocio en franco crecimiento como extensión natural de las líneas low cost de más corto recorrido. El grupo producto de la fusión entre la española Iberia y British Airways dio ayer una importante sorpresa al sector al anunciar la compra del 4,61% de Norwegian y, sobre todo, al confirmar con total claridad que esa inversión minoritaria es solo un primer paso en su intención de adquirir el 100% de la escandinava, una operación que, a precio de mercado y si se incluye la deuda, puede rondar los 3.000 millones de euros (la capitalización de Norwegian ronda los 750 millones).

IAG considera que Norwegian es “una inversión atractiva”. Esa primera y fría justificación oficial encaja a la perfección en cultura empresarial del grupo del grupo hispanobritánico, centrada desde su nacimiento hace siete años en pilotar la consolidación del sector del transporte aéreo. Poco después de nacer, IAG compró la británica BMI, después se hizo con la española Vueling y en 2015 compró la irlandesa Aer Lingus. El pasado año lo intentó con los activos de la alemana Air Berlin, y con la austriaca Niki, dos operaciones frustradas que la dejaron con hambre. Eso sí, dentro del proceso de integración de las aerolíneas pudo adquirir los slots de la británica Monarch en el aeropuerto de Gatwick, por delante de Easyjet, Wizz y la propia Norwegian.

Pero la adquisición de Norwegian, de llegar a buen puerto, aportará a IAG mucho más que el mero hecho de ser fiel a su ADN y ganar mercado. Con su compra, IAG dará un gran salto en el negocio del largo recorrido de bajo coste, que está afrontado a velocidad demasiado baja con Level. Además, completa el círculo con el servicio de bajo coste de menor radio de Vueling, la otra gran competidora de Norwegian en el aeropuerto barcelonés de El Prat.

Norwegian, fundada en 1993 a partir de la pequeña compañía local Busy Bee, es una de las aerolíneas de mayor expansión en el mundo (en 2017 transportó 33 millones de pasajeros, un 13% más). Hoy su fuerte crecimiento la ha llevado a un importante esfuerzo financiero que la ha sumergido en una seria crisis. Por esa razón el anuncio de la llegada del nuevo accionista, que aprovecharía acertadamente esa circunstancia, fue saludada por los inversores con un brindis del 50% al alza en Bolsa.

La escandinava, con satisfacción, se deja querer y dice: “El interés de IAG confirma la sostenibilidad y el potencial de nuestro modelo de negocio y de nuestro crecimiento global”. Puede ser. Tanto como que los 225 pedidos de aviones en firme que tiene Norwegian y sus 152 opciones también le harán adelantar a IAG muchos puestos en la cola ante las factorías de Boeing y Airbus.

Fuente: Cinco Días